
-¡Mira, el cielo no responde!
El problema del dolor es el plato
picante con el que se han indigestado muchos de los que, de forma sincera, han
buscado a Dios. Al escritor francés le parecerá, a partir de aquella tragedia
presenciada en Argel, que la solución religiosa tendrá que ser una falacia.
“Todo mi reino es de este mundo”, dirá a todos los que querían escucharle,
aunque, quizás cansado de su existencialismo estéril, al final de su vida trató
de hallar consuelo en la fe y llegaría a reconocer que “He deseado ser dichoso
como si no tuviera otra cosa que hacer”, y que “los hombres mueren y no son
felices”.

Según estos pensadores agnósticos,
no es razonable pensar en un Dios que se cruza de brazos ante la cámara de gas,
la tortura, el homicidio, la barbarie de la guerra o las devastaciones de la
hambruna, las sequías y las epidemias. No logran entender a ese ser
todopoderoso y todo bondad de los cristianos que se mantiene al margen mientras
los hombres se despedazan o los desastres materiales devastan pueblos y
convierten en escombros, polvo y cenizas ciudades enteras. Para ellos “Dios
concebido como causa o inteligencia suprema no da razón de la sinrazón humana,
del dolor de siglos de esclavitud y guerras, enfermedades e injusticias. ¿Cómo
responde Dios al escándalo del sufrimiento humano?”. Para Sartre, el hombre es
una pasión inútil, pero Sócrates ya había escrito que si la muerte acaba con
todo, sería ventajoso para los malos.

Si el hombre es un ser libre,
tenemos que contar con que pueda usar perversamente esa libertad y que, por
medio de esa opción errónea, exista el mal en el mundo. Si cada vez que el
hombre, en el uso de la facultad que tiene de usar su libertad para escoger
entre el lo justo y lo injusto, lo que
florece o lo que envenena, lo que construye o lo que destruye, antes de cometer un acto retorcido la mano de
Dios lo agarrara por las solapas y lo enviara castigado a sudar sus delirios
fatales en una mazmorra, entonces el piloto automático del bien común estaría
siempre activado. No harían falta leyes, ni jueces, ni policías ni ejércitos,
tribunales o gobiernos. El hombre viviría una utopía, el dinero no haría falta,
los acuerdos se sellarían con un apretón de manos o un abrazo. Como Dios
también intervendría en los fenómenos naturales, la lluvia bañaría los campos
sin causar estragos, los vientos producirían energía que no envenena el medio
ambiente, los incendios se apagarían solos y los mares se transformarían en su
versión castrada de los lagos. Estaríamos en el paraíso, la creación sería
perfecta. ¿Para qué querríamos a Dios? Alguien volvería a señalar el apetitoso
fruto prohibido que no debemos probar apremiándonos a que lo hagamos.

La
Cruz y el Microscopio (11)
Fantástica entrada. Yo sigo esperando.., la esperanza es una virtud, la esperanza más que una posibilidad, es una promesa, es una certeza. ABRAZOS.
ResponderEliminarA mi me aterra esa libertad que se que poseo, porque temo no hacer lo que debo. Y aún así valoro por ello más esa libertad, porque siento que he sido creada realmente a su semejanza. La mayoría de los sin sabores de la vida los comprendo como pasos equivocados, o como interpretaciones equivocadas de quien es Dios para mi siempre en primera persona. Lo malo es que hay veces que lo que obro en mi libertad se que puede perjudicar al otro. Así que espero ser enseñada a obrar con justicia conforme a los dones que se me han dado. Porque sinceramente es complicado, al menos a mi me resulta muy complicado cuando ya se la respuesta de antemano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Anoche tenia "la loca de la casa" alborotada debido a un documental que vi,me partio el corazon.
ResponderEliminarMil gracias Hermano Saulo por su post,me ayudo bastante a calmar el dolor con el que quede...enjugo mis lagrimas.
Definitivamente El Senor me da respuesta por medio de mis hermanos.
Mil gracias,mil bendiciones.
Un título que me interpela fuertemente
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