Aunque
parezca una fábula sacada de la fantasía de un escritor de ciencia ficción, el
síndrome de la mano ajena es una de esas tantas enfermedades raras descrita y
catalogada por la literatura médica.
Los pacientes que desarrollan esta
patología lo hacen después de sufrir infartos cerebrales o haberse sometido a
cirugías radicales para tratar epilepsias, entre otras causas. La mano que se
comporta como si tuviera voluntad propia es la contraria al lado donde se ha
producido la lesión. Así, los enfermos que sufran esta anomalía describen casos
como que, mientras una mano trata de abrochar la camisa, la otra la desabotona;
al mismo tiempo que una intenta girar el picaporte de la puerta, la otra lo
impide; mientras la lógica mete los platos en el fregadero, la autónoma los
saca; la primera trata de escribir, la rebelde retirar el papel una y otra vez.

En la barca de Pedro seguiremos
gobernando el timón aunque tengamos que mantener atada a esa mano intrusa que
se empeña se arrojar a los remeros por la borda o en inundar la nave de agua.
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