En Nigeria, las
iglesias son asaltadas y los fieles cristianos pasado a machete o quemados en
los templos. En Egipto y Siria, los radicales islamistas amenazan con aplicar
la Sharia a la minoría cristiana. En
Pakistán, Asia Bibi espera ser ejecutada, en Inglaterra los que confiesan en
público su fe en Cristo o llevan el símbolo que lo representa, son despedidos
de sus trabajos o amonestados en público. Los creyentes son apartados o
ridiculizados en el mal llamado mundo libre. Muchas iglesias son profanadas por
hordas de ateos: los lobbys progres del mundo unidos llevan a los tribunales a
todo obispo o religioso que se atreva a recordar las enseñanzas milenarias de la
Iglesia sobre homosexualidad, el aborto o la eutanasia. Hay países asiáticos
donde la apostasía del islam o el hinduismo se castiga con la pena de muerte, y
muchos cristianos son obligados a abandonar su fe, hostigados por el
arrinconamiento social o la amenaza de ver derramada su sangre.
De esto no se habla
nada en la prensa, o es una noticia escondida en alguna página impar, en un
recuadro pequeñito debajo de un anuncio de grandes almacenes.

Levantemos la cruz
para que se nos vea. No nos hace falta recurrir al grito ni a la pelea: la cruz
es lo que nos hace fuertes y lo que suscita el miedo en los enemigos del
cristianismo. En Arabia Saudí, en Malasia, en tantos países musulmanes, hay
alguna capilla escondida en el interior de alguna casa, donde cada día se
celebra una misa, y los que allí acuden saben que con ese gesto de adoración
han firmado su sentencia: podrían ser lapidados, encarcelados, tal vez asesinados.
Pero el ímpetu de la cruz es más fuerte que el miedo y que la muerte, más
poderosa que la cárcel y que el fanatismo. Allí donde una cruz se levante,
alzamos con ella a Cristo. Alabado sea.
Alabado sea.
ResponderEliminarPermita Dios romper con el aburguesamiento que nos aletarga y nos impide vivir el sentido de la cruz en todo su poder.
Se supone que somos los aventajados, los que vivimos en ese primer mundo más desarrollado y somos los más ciegos, sordos y necios que viendo no vemos y sabiendo callamos.