Escribe Thompson estos versos:
Le
huía noche y día
a
través de los arcos de los años,
y
le huía a porfía
por
entre los tortuosos aledaños
de
mi alma…
He
escalado esperanzas,
me
he hundido en el abismo deleznable,
para
huir de los Pasos que me alcanzan:
persecución
sin prisa, imperturbable,
inminencia
prevista y sin contraste.
Les
oigo resonar… y aún más fuerte
una
Voz que me advierte:
“Todo
te deja, porque me dejaste”.
¿Cayó San Pablo de un caballo?
Si le preguntásemos a los creyentes, qué fruto fue
el que comió Eva invitada por la serpiente, la mayoría contestaría que una
manzana, pero ese nombre y ese fue fruto no son los que se nombran en el Génesis.
Lo mismo ocurre con San Pablo y su famosa caída. En
el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles, se narra la conversión de San
Pablo de esta manera:
“Iba de
camino, ya cerca de Damasco, cuando de repente lo deslumbró una luz que venía
del cielo. Cayó en tierra y oyó
una voz que le decía:
-Saulo, Saulo,
¿por qué me persigues?
Contestó:
-¿Quién eres,
Señor?
Le dijo:
-Yo soy Jesús,
a quien tú persigues. Ahora levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo
que debes hacer”.

Este tipo de conversiones que tumban de los potros
del ateísmo, del racionalismo, se ha repetido a lo largo de la historia, a
veces de forma sutil, madura a fuego lento, pero en otros momentos la mano
izquierda de Dios necesita soltar un mandoble, como el caso de Pablo, para que
nos paremos a mitad del camino y nos atrevamos a mirar a los ojos de Quien nos
habla, a la Verdad absoluta.
Jesús habla
todos los lenguajes
Una de las cosas que siempre me
ha llamado la atención es la forma en que el
Señor se muestra a cada persona. Si quiere tocar a un evangelista y su
obsesión por la Sola Scriptura, no
envía a las casas a un dominico o a un jesuita a que les dé un curso de apologética
católica. Con la palabra de Dios en la mano, Satanás quiso poner en aprietos al
mismo Dios; por eso muchos creen que el demonio fue el primer protestante.
Dios, hace algo más eficaz: siembra en sus corazones
la inquietud por profundizar en las enseñanzas bíblicas y cómo las entendieron
los Primeros Padres. Cuando deciden emprender ese viaje, el camino de regreso
no les devuelve a donde estaban, sino que toman la dirección de Roma.
Cuando trata de convertir a un judío, se muestra
como el judío que fue. Cuando trata de transformar a un ateo, entonces no hay
medias tintas y lo lleva a la Iglesia o se le muestra de una manera rotunda,
como le sucedieron a Alfonso María de Ratisbona o André Frossard.
Si la oveja que se le ha perdido es un pecador
irrecuperable, se adentra en las cárceles o le sigue a la misma muerte como a
la doctora Gloria Polo, a la que el Señor le dio una segunda oportunidad con la
condición de que contara al mundo su experiencia increíble hasta mil veces mil.
En los siguientes post veremos cómo Cristo reúne a
su rebaño en experiencias que se repiten:
Al entrar en una iglesia en busca de un
amigo,
En la cárcel, En el dolor,
Con una Presencia extraordinaria,
Oyendo voces o Locuciones que le ponen en camino,
En mitad de la muerte,
En el Dolor.
Al oír hablar a otros
El Hecho milagroso
En cada una de estas experiencias veremos elementos
comunes de personas totalmente distintas entre sí que manifiestan la voluntad
del Señor de transformarlas para siempre. Es la firma de Dios.
Guauu!!! no conocia la historia De Alfonso Maria de Ratisbona y Andre Frossard...me quede con lagrimas en mis ojos de tan hermosas conversiones,la de mi compatriota la Dra Gloria Polo si,igual de bella.
ResponderEliminarComo me gusta su blog Hermano Saulo.( Ya se!!! vuelvo y se lo escribo...jajajaja)
Mil bendiciones y un fuerte abrazo desde la distancia.
Estoy deseando de leer esas entradas. Una de las cosas que me más me gusta de Jesucristo es el modo en que sin perder su Gloria, busca a cada persona bajando a su condición. Eso es lo que me más enamoradita me tiene de Él.
ResponderEliminarUn abrazo.