Recuerdo la historia de un hombre
asiático que, tantas veces como se enriqueció, otras tantas acabó en la ruina.

Este
individuo era un multimillonario vietnamita que cuando estalló la guerra en su
país poseía una fortuna fabulosa en la que se incluían fábricas, casas, coches
y miles de empleados y sirvientes. Cuando el Vietcong venció, lo perdió todo y
hubo de huir al sur sin un céntimo. Allí volvió, partiendo de cero, a hacerse
rico; aún más rico: fábricas, barcos, oro y joyas.
A
su regreso de un viaje de negocios, las autoridades del país donde ahora vivían
le acusaron de espía y le arrebataron todo. Volvió a empezar de nuevo y, en un
par de años, logró ser un empresario rico. Hasta que de nuevo el ejército rojo
amenazaba con llegar a la capital. Reunió maletas de oro y joyas, vendió todas
sus propiedades, cerró sus cuentas, y con toda esa fortuna pudo comprar sólo
dos pasajes –para él y su esposa- en un buque desvencijado que le llevó a
Filipinas.
En
ese país volvió a triunfar en la industria de las empresas conserveras, hasta que
un incendió acabó con la planta de procesamiento. De polizonte logró llegar a
los Estados Unidos y vivir, durante dos años, trabajando y durmiendo en la
misma panadería donde se ganaban la vida, hasta que el negocio floreció y
volvió a ganar una fortuna.

Al
bailarín Fred Astaire le rechazaron la primera vez que hizo una prueba
cinematográfica porque “era calvo y bailaba poco”. Sócrates fue acusado de
inmoral y corruptor de menores. Beethoven no sabía tocar el violín y su profesor
le dijo que, como compositor, era un desastre. Los padres del gran cantante de
ópera Caruso querían que fuese ingeniero y consideraban que era incapaz de cantar porque no tenía voz de
artista. Walt Disney fue despedido por falta de ideas. Los maestros de Thomas
Edison decían que era demasiado estúpido para aprender nada. Einstein pasó por
la escuela con fama de niño poco inteligente: no habló hasta los cuatro años y
no aprendió a escribir hasta los siete. Isaac Newton tuvo un expediente
académico calamitoso. Henry Ford se fue a la quiebra cinco veces antes de
convertirse en uno los mayores fabricantes de coches del mundo. Winston
Churchil no aprobó el sexto grado. Dieciocho editoriales rechazaron el libro
“Juan Salvador Gaviota” y otras
veintiuna la novela sobre la guerra del Vietnan M.A.S.H Abraham Lincoln nació
muy pobre, sus negocios quebraron dos veces, perdió ocho elecciones, pero hoy
está considerado el mejor presidente que ha tenido nunca los Estados Unidos.
“El deber de luchar –decía Lincoln-
debe estar presente en todos nosotros, y yo
me siento obligado por ese deber”.
Y
tú, ¿estás pensando en bajar los brazos y rendirte de la tarea que estás
emprendiendo, en renunciar a tus sueños? ¿Te desarma el desánimo y la falta de
resultados? Párate un momento a descansar, ponte en las manos de Dios y sigue
luchando.
Quisiera contestar pero no puedo,pues las palabras se que me quedan en el alma,quisiera ponerlas aqui en tus cometarios pero no podria escribirlas como las siento,solo puedo escribir...quiero ser una buena hija de DIOS.
ResponderEliminarMe encanto tu post Hermano Saulo.
Bendiciones.