lunes, 23 de julio de 2012

Catequesis sobre la Fe


La foto que ilustra este post es una hermosa catequesis sobre la fe. Vemos en ella a dos caminantes, cogidos de la mano, que avanzan hacia la llamada de una cruz.

                El primer elemento en el que debemos fijarnos es en la pared en que descansa el crucifijo. Es un tabique desnudo que recuerda la pobreza digna de las celdas de los monasterios. Y evoca también  la indigencia del pesebre, la austeridad de la casa de Nazaret, las fatigas pasadas por Jesús en los cuarenta días de ayuno en el desierto. Nos habla del mandato de ir por el mundo anunciando la buena noticia sin cargar con la alforja, sin dos túnicas ni llevar bastón. Y además ese mural desolado actúa como soporte de la cruz que aparece llenando la imagen.

                Esa economía de medios no es arbitraria. Si el muro estuviese clavado con otros adornos se solaparían con la misma cruz. Sería como dejar un jarrón lleno de rosas en la inmensidad del Amazonas. En primer plano contemplamos a dos peregrinos que se han puesto en marcha. Es la Iglesia errante pero no errada que pasea sobre la tierra, el éxodo que condujo Moisés, los cristianos que viven en medio de las dificultades del camino, que sufren el silencio, el rechazo y la hostilidad, la infidelidad y el escándalo de los que la minan desde dentro, y el encono y el odio de los adversarios que la combaten desde fuera. A pesar de unos y de otros, los peregrinos siguen caminando.

                En la mano confiada del niño descubrimos al discípulo que toma el relevo, el catecúmeno que se deja llevar por el maestro. Ambos, instructor y aprendiz, están unidos por la doctrina revelada.

Padre e hijo son personajes anónimos. No representan a nadie en concreto y nos identifica a todos en general. A propósito, el fotógrafo los ha captado de espaldas al objetivo, y ello acentúa la sensación de movimiento. Vemos que el adulto viste unos pantalones vaqueros. Si la instantánea hubiese sido captada dos mil años atrás, el hombre vestiría una túnica y calzaría sandalias. Un milenio más tarde estaría cubierto por una armadura o un pechero medieval. Es otro signo de la intemporalidad del creyente de todos los tiempos, la barca de Pedro que resiste a todas las tempestades y que sobrevive incluso a las modas. Atrás quedaron imperios formidables y fueron derrotados ejércitos feroces, pero la desvencijada barcaza de la Iglesia ha resistido al naufragio que hizo sobre zozobrar a muchos otros colosales trasatlánticos.

La mano del padre sujeta al crío con fuerza pero con ternura. Vemos el brazo firme del guía, su espíritu decidido, el que va siempre un paso por delante para apartar la maleza de los senderos, o el que está dispuesto siempre a ser el primero en caer en las emboscadas del camino o a recibir el primer golpe.  Es un lazo que aprieta sin doler, una atadura de confianza más poderosa que una esclavitud impuesta. Es la mano del maestro exigente y del testigo ejemplar.

Por último está la cruz. El símbolo que llena toda la escena, el objeto que da armonía y propósito a toda la composición. Es un grito mudo que nos empuja a acercarnos a ella. Al estar en un plano alto del encuadre, nos produce la sensación de ver al hombre y al niño verse atraídos por ella como por una llamada que es imposible de eludir, yendo hacia allí, no en línea recta, sino debiendo ascender una montaña. La cruz se presenta como el horizonte y fin último de la meta. Siempre al alcance de la yema de los dedos y siempre tan distante como si acabáramos de iniciar el camino. Porque lo que se mueve no es la cruz, sino nosotros, y somos nosotros los que vamos a su encuentro o lo evitamos.

1 comentario:

  1. . COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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