miércoles, 23 de enero de 2013

Justos por pecadores



Desde los días en que Judas vendió su alma en la lonja de los traidores y decidió que poner precio al mismo Dios no valía más de treinta monedas, la barca de la Iglesia tiene un problema con los que se enrolan a bordo como tripulantes y acaban saboteándola desde dentro como corsarios amotinados.

Arriano fue sacerdote y después obispo antes de convertirse en uno de los mayores herejes de la cristiandad. Richelieu, además de cardenal, no le importó ponerse al lado de los protestantes que buscaban la aniquilación de los católicos con tal de apuntalar sus intereses perversos, ni tampoco le preocupó su condición de religioso para vivir y morir con un hombre inmensamente rico. A lo largo de la historia, los malos ejemplos y las vidas disolutas de clérigos y consagrados han servido a los enemigos de Dios para cargarse de munición contra la fe. La corrupción de algunos papas medievales, los curas pederastas, los teólogos heréticos, han sido utilizados como carbón con que se atizan las calderas del odio antirreligioso y el combustible que pone en marcha el anticlericalismo y el ateísmo viscerales.

El mismo Jesús nos puso sobre aviso advirtiéndonos de que los hijos de las tinieblas eran más espabilados que los herederos de la luz. Quizás por eso los cristianos que dan un mal paso parece como si trabajasen de agentes dobles  y que han sido reclutados por el mismo Satanás. En las últimas décadas ha surgido un nuevo ateísmo que se fundamenta en la idea de que la  religión es causa de todos los males del hombre, que es urgente suprimirla en todos los ámbitos de la sociedad porque es la causa primera para que el ser humano sea un ser infeliz y eternamente insatisfecho. Para hacer arraigar esa idea lanzan bulos e infunden sospechas contra todo lo católico y, si los hechos no confirmar sus teorías, se prescinden de los hechos y se refuerza la teoría. Lo mismo da decir que el anillo papal cuesta millones de euros, que el pontífice calza zapatos de Prada o que el Vaticano es el mayor accionista en el tráfico de armas. Poco importa que todo sea una formidable patraña siempre que haya oídos dispuestos a escucharlas y lenguas destructivas prontas a propagarlas. Que la verdad no estropee un buen titular, sobre todo si ese titular nos muestra fotos trucadas como la del Papa haciendo el saludo nazi o a algún monseñor empuñando un rifle de largo alcance.

Cada cinco minutos muere un cristiano a causa de su fe, cada año el número de sus víctimas asciende a 105.000; se estima que durante el siglo XX hubo casi cuarenta millones de mártires por proclamar la fe en Cristo. Pero nadie habla de ello.

Mientras lees este post, millones de sacerdotes, religiosos, misioneros y voluntarios católicos atienden hospitales, hospicios, asilos de ancianos, escuelas y universidades. Llevan la palabra de Dios, atienden a enfermos, acogen a los refugiados, llevan alimentos y sanan a leprosos, afectados de la malaria o el sida, dan consuelo a los ancianos en los últimos años de su vida; recorren el mundo casi sin alforja ni equipaje, se aventuran en zonas de conflicto y son blanco fácil para los señores de la guerra, los intolerantes religiosos o la hostilidad atea y laicista. Pero nadie habla de ello.

Cada día se repite miles de veces el acompañamiento a los que viven solos y desahuciados, el consuelo a viudas y huérfanos, se conforta con los sacramentos a los que el pan del mundo no les alimenta lo suficiente; se lleva la esperanza a los que ya nada les queda de ella, se acoge al inmigrante y se reparten sopas calientes a los sin techo. Pero nadie habla de ello.

Los enemigos de la fe saben que el creyente con pedigrí no deja que su mano izquierda sepa lo que ha hecho su derecha. Huye de las fotos, rechaza el protagonismo de las noticias. Sabe que cuando cosen una herida de guerra, enseñan a leer o ponen vacunas, no hay una cámara cerca para fotografiar el momento.

Cada año se producen en el mundo cientos de miles de muertos a causa de los errores médicos. Conocemos casos de aviones que se estrellan, vehículos a los que les falla los frenos o se les gripa el motor, motocicletas que causan accidentes y muertos, máquinas que amputan brazos y puentes que se caen, pero a nadie pierde la fe en la industria aeronáutica, en la General Motors o en los fabricantes de tecnología industrial. Entre la población de pederastas, violadores y asesinos en serie, habrá cirujanos, abogados o relojeros, pero, como es razonable, por el mal ejemplo de esos individuos a nadie se le ocurre perder la fe en la medicina, el derecho o los relojes suizos.

Los cristianos honestos son seres entregados y humildes. No han recibido el premio Nóbel, ni sus fotos ni sus nombres salen ni saldrán nunca en los periódicos. No les persigue una corte de fotógrafos de prensa, maquilladores y aduladores profesionales que ponen la alfombra bajo sus pies por donde quiera que pisan. No hay nadie que les diga cómo tienen que sonreír o cómo mentir con elegancia ante las preguntas comprometidas. Sus vidas y sus obras nadie las llevará a la pantalla. Ellos oran y laboran en silencio mientras encomiendan a Dios el alma de los amigos y de los enemigos mientras zurcen ropa gastada, podan las rosas o cocinan a fuego lento un puchero de verduras y de amor.

Los buenos cristianos nunca serán noticia; sólo lo son los que con sus malos ejemplos enfangan el buen nombre de los seguidores de Jesús. Con esa cruz también tenemos que cargar. Desde el día de Pentecostés en que los discípulos salieron por los caminos de la tierra de dos en dos, justos y pecadores debemos transitar juntos, aunque el sudor y el sacrificio de los justos muchas veces no da para pagar el salario de los pecadores.






4 comentarios:

  1. Que gran verdad Hermano Saulo,que post tan profundo.

    Cuidese mucho por favor.Mil bendiciones.

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  2. Un bello blog espiritual, felicidades :-)

    Te invito al mío, por si te es de ayuda en tu crecimiento personal.

    http://frasesdedios.blogspot.com.es/

    Feliz tiempo de Cuaresma.
    Un abrazo en la luz de Dios.

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  3. Espero que sigas bien, yo ahora dispongo de menos tiempo para los blogs, pero de vez en cuando paso y me entristece no ver publicaciones tuyas, cuídate.
    Feliz domingo de la Divina Misericordia.
    Un abrazo.

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  4. Los buenos crsitianos nunca seran noticia.....eso es para el enunciado de un nuevo post!!
    Estoy deacuerdo..pero es una Gracia que asi sea....el maligno a veces te hace propaganda ya lo conoces....pero al perseverar y estar bien cerquita del Señor hace que se desee el anonimato....solo a El le pertenece la Gloria!

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