viernes, 27 de julio de 2012

¡Levanta esa Cruz!


En Nigeria, las iglesias son asaltadas y los fieles cristianos pasado a machete o quemados en los templos. En Egipto y Siria, los radicales islamistas amenazan con aplicar la Sharia a la minoría cristiana. En Pakistán, Asia Bibi espera ser ejecutada, en Inglaterra los que confiesan en público su fe en Cristo o llevan el símbolo que lo representa, son despedidos de sus trabajos o amonestados en público. Los creyentes son apartados o ridiculizados en el mal llamado mundo libre. Muchas iglesias son profanadas por hordas de ateos: los lobbys progres del mundo unidos llevan a los tribunales a todo obispo o religioso que se atreva a recordar las enseñanzas milenarias de la Iglesia sobre homosexualidad, el aborto o la eutanasia. Hay países asiáticos donde la apostasía del islam o el hinduismo se castiga con la pena de muerte, y muchos cristianos son obligados a abandonar su fe, hostigados por el arrinconamiento social o la amenaza de ver derramada su sangre.

De esto no se habla nada en la prensa, o es una noticia escondida en alguna página impar, en un recuadro pequeñito debajo de un anuncio de grandes almacenes.

En Europa, los cristianos sufrimos un martirio blanco. Nada de bombas, atentados o exilios. La persecución es más sutil. Se empieza descolgando los crucifijos de escuelas y hospitales, se reduce la Navidad a una fiesta de invierno y una bacanal consumista, y se acaba imponiendo los preceptos laicos a todo el mundo; se amordaza toda conciencia creyente y al católico se le ata a la silla del pensamiento establecido, y se le hace tragar toda la ideología del aborto, la sexualidad sin freno y el materialismo científico, para que, una vez borrachos de ideología progre, seamos incapaces de levantarnos y ponernos frente a los que se declaran enemigos de Cristo para decirles a la cara que Él sigue vivo y camina entre nosotros, a pesar de todo.

Levantemos la cruz para que se nos vea. No nos hace falta recurrir al grito ni a la pelea: la cruz es lo que nos hace fuertes y lo que suscita el miedo en los enemigos del cristianismo. En Arabia Saudí, en Malasia, en tantos países musulmanes, hay alguna capilla escondida en el interior de alguna casa, donde cada día se celebra una misa, y los que allí acuden saben que con ese gesto de adoración han firmado su sentencia: podrían ser lapidados, encarcelados, tal vez asesinados. Pero el ímpetu de la cruz es más fuerte que el miedo y que la muerte, más poderosa que la cárcel y que el fanatismo. Allí donde una cruz se levante, alzamos con ella a Cristo. Alabado sea.


1 comentario:

  1. Alabado sea.
    Permita Dios romper con el aburguesamiento que nos aletarga y nos impide vivir el sentido de la cruz en todo su poder.
    Se supone que somos los aventajados, los que vivimos en ese primer mundo más desarrollado y somos los más ciegos, sordos y necios que viendo no vemos y sabiendo callamos.

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