viernes, 31 de agosto de 2012

Francis y Claudia



Entró en una iglesia por casualidad (2)


            Francis, un joven malasio, cuenta que un viaje a EEUU le cambió la vida. En su país ser cristiano está prohibido.

            Nacido en 1968 en el seno de una familia que él define como «muy islámica», leyó el Corán entero tres veces entre los 12 y los 14 años por orden de su madre, quien era tan devota que incluso había estudiado árabe en su juventud. 

            «Sin embargo, tenía muchas dudas y a los 16 años empecé a preguntarme por mi fe en Alá», recuerda Francis, quien entró en contacto con la religión católica cuando se marchó a estudiar a EE.UU.

            Allí, donde vivía con una familia que le invitó a ir a misa en Navidad, tuvo una experiencia mística que le cambió la vida. 

            «Mientras todo el mundo entraba en la iglesia, me quedé paralizado mirando una estatua de la Virgen, que me sonrió y movió su mano señalándome la cruz», explica con la voz temblorosa por la emoción. 

            «Luego tuve sueños recurrentes de una mujer en un prado junto a un árbol que, como descubrí posteriormente en un vídeo, era exactamente igual al lugar donde se apareció la Virgen de Fátima».

            Francis, años más tarde, peregrinó a la ciudad portuguesa donde la Virgen se le apareció a Lucía.

             «Al llegar allí, me sentí como en casa, completo y lleno de felicidad porque por fin había encontrado mi sitio en el mundo».

            Fue muy sonaba la conversión de la actriz italiana Claudia Koll, quien hasta ese momento actuaba en películas de fuerte contenido erótico.

            A pesar de que pertenece a una familia creyente, cinco años atrás, Claudia era “atea”. Su nacimiento fue de alto riesgo, por lo que su madre la consagró de inmediato a la Virgen del Rosario. A muy temprana edad fue confiada al cuidado de su abuela ciega, quien se encargó de su educación. Claudia aprendió a percibir la cercanía de la Virgen y a rezarle. Pero los espejismos del mundo, el éxito, el dinero abundante y fácil la atraparon rápidamente, y la indujeron por vías que ella hoy lamenta. ¿De qué forma logró Jesús recuperar a su oveja perdida?


            Hace unos pocos años, cuando ya era rica y famosa, Claudia entró “por casualidad” en una iglesia de Roma, ciudad donde habita. Esta pequeña iglesia, Santa Anastasia, es la única que tiene exposición perpetua del Santísimo. Un grupo de la Renovación estaba rezando justo en ese momento. Ella decidió quedarse. Humanamente hablando daba la impresión de haber sido sacada de otro pozo, con su aspecto de mujer de moda y pasarela junto a ese grupo tan sencillo. De repente, Claudia comenzó a llorar copiosamente: Jesús estaba realmente allí; ella lo comprendía desde lo profundo de su corazón, describirá luego esta revelación como “fulgurante”: Jesús le señalaba todo su pecado y al mismo tiempo le manifestaba el amor que El tenía para darle y que ella tanto había desperdiciado. Cuando Claudia salió de la iglesia era otra mujer; entró como la María Magdalena publicana y pecadora, y salió como la primera testigo de Jesús resucitado.


            Cristo, que se convirtió en su gran Amigo, realizó una revisión de su vida punto por punto. Canceló de inmediato sus contratos de filmación de películas que antes no la inquietaban en absoluto, pero que ahora veía eran perversas y dañaban a los hijos de Dios. ¡Basta de pornografía! ¡Basta de ser un instrumento que inyecta esas perversiones sutiles por medio de la imagen y que arrastra a millones a la hecatombe! ¡Basta de ser el juguete de Satanás! ¡Cine, televisión, shows, espectáculos de baja calaña, todo eso fue barrido de un saque! Claudia se impuso como regla filmar sólo obras que edifiquen los corazones y los acerquen a Dios. Su extremada belleza hizo que continuara filmando y su fama le sigue abriendo aún muchas puertas. Esto le permite dar testimonio.

            Francis procedía del mundo cerrado del Islam, una cultura que paga con la muerte la apostasía. Pero había encontrado un tesoro mayor que su miedo y no podía renunciar a ella.

            Claudia tenía fama, dinero y belleza: el mundo a sus pies.  Pero, como contaba una vez la Madre Teresa de Calcuta, una vez conoció a un hombre tan pobre que lo único que tenía era dinero. Claudia, al tener todo lo del mundo, le faltaba todo lo de Dios. Hasta que un día, como Francis, entró en una iglesia por casualidad y ya el mundo para ellos no era el mismo.

           


2 comentarios:

  1. Fascinante, me encantan los testimonios de otros porque descubro cosas personales que me suceden iguales a las suyas como esto de: «Luego tuve sueños recurrentes de una mujer en un prado junto a un árbol que, como descubrí posteriormente en un vídeo, era exactamente igual al lugar donde se apareció la Virgen de Fátima».
    Yo a veces he tenido una gran tribulación y en ese conflicto he soñado algo y luego ha pasado literalmente tal como lo había visto en mis sueños. Aunque estas cosas me cuesta hablar de ello porque parecen tan de surrealismo que una no sabe como explicarse.
    Espero la entrada de mañana.

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  2. HOLAPASO SALUDANDOLES, SEAN MUY BENDECIDOS, DESDE MI BLOG

    www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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