martes, 25 de septiembre de 2012

El Cielo no responde (3)



                  En su obra, Dios necesita de ti, el padre Leo J. Tresse cuenta este hecho que conoció de primera mano:

            Un niño de unos tres años corría por el césped del jardín de su casa, perseguido por su madre.

            -¡Ven aquí, Timmy, ven aquí! –le gritaba su madre-. ¡No atravieses el seto!

            Pero Timmy no le hizo ningún caso. Traspasó el seto y sorteó hábilmente los automóviles estacionados en la calzada, donde un coche que pasaba le lanzó por los aires. Su cuerpecillo roto fue a caer en brazos de su madre.

            El padre Trese hace una reflexión sobre este suceso:

            “Dejando aparte de que Timmy era demasiado joven para responder de sus actos, la escena recuerda mucho a la actitud de Dios con los pecadores. “Ven aquí, ven aquí”, grita ansiosamente, con su gracia, cuando un alma corre hacia el pecado. Pero el pecador, ajeno a todo lo que es su deseo, hace oídos sordos a la voz de Dios y sale voluntariamente al encuentro con la muerte”.

            Para quienes reclaman a Dios que intervenga cada vez que los impulsos humanos, la furia de la naturaleza o las catástrofes naturales nos sacudan con el horror de la tragedia, le están pidiendo que cambie las reglas de juego a mitad del partido, que suspenda las leyes sísmicas para que no ocurran terremotos o los procesos climáticos para detener torrentes o calmar huracanes; que transforme  un instante el corazón de un criminal privándole de su libertad para elegir que impida que un tren descarrile o un coche se estrelle contra un árbol.

            Para los que han sentado a Dios en el banquillo, le someten a juicio por no impedir el mal de los inocentes, pasan por alto que, para los que cometen el mal, la justicia divina no acaba sino que empieza con la muerte del impío, que esa justicia no es cosa de broma y que pesará su condena por toda la eternidad. Quizás por ello el Juez Supremo, antes de golpear el mazo condenando al pecador irredento, tiene tanta paciencia y le concede una oportunidad de cambiar por cada día que pisa la tierra.

            Se olvidan también que, para los inocentes destruidos por el hombre perverso, la misericordia de Dios dura para siempre, que el dolor sufrido puede significar el gozo perpetuo. Hasta un filósofo tan poco religioso como Kant supo verlo cuando dijo que “Dios bien podría compensar infinitamente cualquier tragedia con una eternidad feliz”.

            Si Dios impidiera el sufrimiento, neutralizaría también la libertad del hombre para elegir entre el bien y el mal, y anularía por completo el libre albedrío. Supongamos que cada vez que vayamos a hacer algo (asaltar una joyería, cometer adulterio o gastarnos en copas el sueldo del mes) una fuerza extraña cerrara un lazo sobre nosotros y nos impidiera movernos. Ese principio se aplicaría también a nuestras palabras cuando vamos a soltar una mentira, decir una palabrota o blasfemar; a nuestras miradas y hasta a los pensamientos más ocultos. Ocurriría como en esos programas que en horario infantil hacen sonar un pitido cada vez que alguien suelta un taco, o como cuando en la tele una imagen pixelada hace borrosa la figura de los cuerpos desnudos. Dios no quiere santos a la fuerza, la bondad no puede ser dirigida o estar carente de méritos, el mal no puede ser prohibido por decreto divino porque entonces el hombre ya no tendría derecho a ser heredero del reino de los cielos.

            Los incrédulos suelen lanzar esta objeción a la creencia en Dios:

            Si Dios es padre, carece de poder para ayudar; si es todo poderoso, entonces es cruel porque no quiere ayudar.

            Santo Tomás argumenta que el mal no existiría si no existiera Dios. No es un mal para la piedra no tener vista. Algunos estudiosos estiman que la inteligencia de los perros es más o menos como la de un niño de dos años. Que un can no tenga el coeficiente intelectual de un científico no representa para esta criatura ninguna minusvalía, pero sí lo sería para un ser humano adulto con una discapacidad mental tan acusada que le impediría moverse en el mundo al no saber distinguir lo verdadero de lo falso. Un conejo no sabe multiplicar ni un gato dar cuerda al reloj. Para ninguna de estas criaturas su ignorancia es un mal, pero para el hombre del siglo XXI sería una catástrofe.  Que el común de las personas tengamos un oído musical no mucho más agudo que un matasuegras no es un mal en sí mismo, pero sí lo sería para un músico profesional. Por eso el mal no es otra cosa, diría, santo Tomás, que la ausencia de un bien. A quien niegan a Dios porque hay dolor en el mundo, el santo les responde que, puesto que hay mal, existe Dios.

            Después las matanzas de los mártires cristianos, la Iglesia se extendió por el mundo, millones de paganos conocieron a Cristo y salvaron su alma. No podía dar libertad a Herodes sin poner en peligro a los santos inocentes. Tras el terror de la revolución francesa, la Iglesia vivió un florecimiento y surgieron santos tan grandes como el cura de Ars. “El hombre verdaderamente bueno es solamente el que ha podido ser malvado y no lo ha sido”, dijo Nicola Ioarca. Si interviniera de oficio siempre que el corazón humano se desviase, el libre albedrío se convertiría en una farsa.

La Cruz y el Microscopio (13)


4 comentarios:

  1. Toda una vida para adentrarse en la conciencia de uno mismo y descubrir en ella a Dios mismo....la Libertad hay que ejercitarla dia a dia eligiendo siempre lo recto y ayudado siempre con la Gracia. Pues sin ella no hay discernimiento....y siempre que se elija la Libertad hay persecución....esa es la realidad. El camino a seguir son los pasos de Jesus y con El vamos a la muerte para resucitar constantemente.

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  2. Como en el post de hoy no has puesto para comentar, lo hago aquí. Y leyendo estos días , los textos de La Cruz y el Microscopio, tengo que decirte que me dejas KO. Me siento pequeño ante muchas cosas, y me pregunto, como puedo recibir tanto, con lo poco que doy...
    Un abrazo

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  3. Hermano Saulo disculpe si comento aqui sobre el post de hoy (4),pero esque no queria retirarme sin decirle lo hermoso de sus post.
    Nuestra afliccion encierra una bendicion oculta...que maravilla,queda uno con tantas respuestas hermosas y sencillas.
    Mil gracias,bendiciones.

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