viernes, 17 de diciembre de 2010

Desiderata

Esta inscripción, fechada en 1892, fue encontrada en una tumba de la vieja iglesia de San Pablo de Baltimore.

Ve plácidamente entre el ruido y la prisa. Recuerda que la paz puede estar en el silencio. Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por ser amigo de todos. Di tu verdad, quietamente, claramente. Escucha a los otros, aunque sean torpes e ignorantes; cada uno de ellos tiene también una vida que contar. Evita a los ruidosos y agresivos, porque ellos degradan el espíritu. Si te comparas con otros puedes convertirte en un hombre vano y amargado; siempre habrá cerca de ti alguien mejor o peor que tú. Alégrate tanto de tus logros como de tus proyectos. Ama tu trabajo aunque sea humilde; es el tesoro de tu vida. Sé prudente en tus asuntos, porque en el mundo abundan las gentes sin escrúpulos. Pero que esta convicción no te impida reconocer la virtud; hay muchas personas que luchan por hermosos ideales y, dondequiera, la vida está llena de heroísmo. Sé tu mismo. No seas cínico en el amor, porque cuando aparecen la aridez y el desencanto en el rostro, se convierten en algo tan perenne como la hierba. Acepta con serenidad el consejo de los años y renuncia sin reservas a los dones de la juventud. Fortalece tu espíritu para que no te destruyan inesperadas desgracias. Pero no te crees falsos infortunios. Muchas veces el miedo es producto de la fatiga y la soledad. Sin olvidar una justa disciplina, sé benigno contigo mismo. No eres más que una criatura en el universo, pero mucho más que los árboles y las estrellas; tienes derecho a estar aquí. Y, si no tienes ninguna duda, el mundo se desplegará ante ti. Vive en paz con Dios, sin importar como pienses en Él; sin olvidar tus trabajos y aspiraciones, mantente en paz con tu alma, pese a la ruidosa confusión de la vida. Pese a tus falsedades, penosas luchas y sueños arruinados, la tierra sigue siendo hermosa. Sé cuidadoso. Lucha por ser feliz.