miércoles, 15 de diciembre de 2010

Salsa Rosa

En España se emitía hace unos años un programa de cotilleo de famosos llamado Salsa Rosa. Ese espectáculo dejó de salir en pantalla, pero creó una escuela y es raro ahora no tropezarnos cada día y en cada cadena algún otro show donde unos profesionales de la difamación cuelgan en la plaza pública un día sí y otro también a cuantos artistas y otras celebridades son algo en el mundo de la opinión pública.

Alrededor de un plató, unos contertulios airean todos los trapos sucios de esa gente, se insulta, se difama, se sacan del armario cadáveres, se invoca al espíritu de los muertos de los famosillos, se levantan infundios, se pagan por airear secretos; mayordomos, secretarias y hasta niñeras de esos famosos se forran a base de contar las intimidades molestas de aquellos quienes durante años les pagaron el sueldo y le dieron de comer a su familia. En fin, algo nauseabundo.

A propósito de los blogueros católicos, hace unas semanas el padre Fortea nos iluminó sobre lo que podíamos criticar de algunos sacerdotes y lo que no. Y lo ilustra con un ejemplo luminoso: podemos censurar en general a todos los sacerdotes que ofician la santa misa a toda carrera, pero sería faltar a la caridad señalar a éste o al otro ungido con sus nombres y apellidos.

A eso es a lo que iba, a propósito de la salsa rosa y del consejo del padre Fortea. Hay algunos portales católicos donde algunos sacerdotes no escriben ni una sola línea para hablar del Evangelio, y muchas para traernos noticias de éste o del otro periodista, de las audiencias de tal o cual programa, de lo que dijo fulano o ciclano en una tertulia política. Después se abre una línea de comentarios, y empiezan a salir gente insultando a éste o aquel periodista, a despellejarlos vivos, a hacer una profesión de fe sobre lo malos que les parece ése o el otro, a pedir condenación eterna para unos y para otros.

Ayer mismo envié un comentario a uno de ellos a propósito de un conocido periodista anticatólico que se quedó sin trabajo porque van a cerrar su cadena. Con corrección fraterna traté de hacerle ver al sacerdote que escribía en un portal con muchos seguidores, un portal católico, y que lo que el Señor le pedía es que evangelizara, que mostrara las verdades de la fe y el amor de Cristo a los hombres, a todos los hombres, particularmente a aquellos quienes insultan y escupen el santo nombre del Señor y de la Iglesia, porque son ésos a los que Jesús vino a salvar de una forma más concreta. El comentario fue censurado. Qué pena.