domingo, 23 de septiembre de 2012

El Cielo no responde




Cuando el premio Nobel y escritor francés Albert Camus tenía unos dieciséis años, fue testigo de un suceso que le dejó una marca profunda durante toda su vida. Paseaba, junto a un amigo, por la orilla del mar cuando se tropezaron con un alboroto. Arrollado por un autobús, yacía en el suelo el cadáver de un niño árabe. La madre del chiquillo daba alaridos desgarradores mientras el padre sollozaba en silencio. Camus, después de unos momentos de desconcierto, levantó la vista y dijo al que le acompañaba:

            -¡Mira, el cielo no responde!

            El problema del dolor es el plato picante con el que se han indigestado muchos de los que, de forma sincera, han buscado a Dios. Al escritor francés le parecerá, a partir de aquella tragedia presenciada en Argel, que la solución religiosa tendrá que ser una falacia. “Todo mi reino es de este mundo”, dirá a todos los que querían escucharle, aunque, quizás cansado de su existencialismo estéril, al final de su vida trató de hallar consuelo en la fe y llegaría a reconocer que “He deseado ser dichoso como si no tuviera otra cosa que hacer”, y que “los hombres mueren y no son felices”.

            En la obra Esperando a Godot, de Samuel Becket, aparecen dos vagabundos llamados Vladimir y Estragon que esperan en vano, junto a un camino, a un tal Godot, con quien quizás tienen alguna cita. El público nunca llega a saber quién es Godot, o qué tipo de asunto han de tratar con él. Un muchacho hace llegar a los vagabundos el mensaje de que Godot no vendrá hoy, pero quizás mañana sí. Esta trama simboliza el tedio y la carencia de significado  de la vida humana si se la retira del foco luminoso de la fe, tema recurrente en los escritores existencialistas como Albert Camus. Aunque el autor lo negara, la mayoría de los críticos ven en el papel de Godot al Dios que  permanece en silencio.

            Según estos pensadores agnósticos, no es razonable pensar en un Dios que se cruza de brazos ante la cámara de gas, la tortura, el homicidio, la barbarie de la guerra o las devastaciones de la hambruna, las sequías y las epidemias. No logran entender a ese ser todopoderoso y todo bondad de los cristianos que se mantiene al margen mientras los hombres se despedazan o los desastres materiales devastan pueblos y convierten en escombros, polvo y cenizas ciudades enteras. Para ellos “Dios concebido como causa o inteligencia suprema no da razón de la sinrazón humana, del dolor de siglos de esclavitud y guerras, enfermedades e injusticias. ¿Cómo responde Dios al escándalo del sufrimiento humano?”. Para Sartre, el hombre es una pasión inútil, pero Sócrates ya había escrito que si la muerte acaba con todo, sería ventajoso para los malos.

            En Macbeth, Shakespeare pone en boca de su personaje que la vida es un cuento sin sentido, narrado por un idiota que gesticula aparatosamente sobre el escenario de la muerte. “Casi toda la humanidad –dice Julián Marías- ha compartido la esperanza en la vida después de la muerte. Pero esa esperanza ha estado unida a la zozobra de la duda”. Para Bernanos, el escándalo del universo no es el sufrimiento, sino la libertad.

            Si el hombre es un ser libre, tenemos que contar con que pueda usar perversamente esa libertad y que, por medio de esa opción errónea, exista el mal en el mundo. Si cada vez que el hombre, en el uso de la facultad que tiene de usar su libertad para escoger entre  el lo justo y lo injusto, lo que florece o lo que envenena, lo que construye o lo que destruye,  antes de cometer un acto retorcido la mano de Dios lo agarrara por las solapas y lo enviara castigado a sudar sus delirios fatales en una mazmorra, entonces el piloto automático del bien común estaría siempre activado. No harían falta leyes, ni jueces, ni policías ni ejércitos, tribunales o gobiernos. El hombre viviría una utopía, el dinero no haría falta, los acuerdos se sellarían con un apretón de manos o un abrazo. Como Dios también intervendría en los fenómenos naturales, la lluvia bañaría los campos sin causar estragos, los vientos producirían energía que no envenena el medio ambiente, los incendios se apagarían solos y los mares se transformarían en su versión castrada de los lagos. Estaríamos en el paraíso, la creación sería perfecta. ¿Para qué querríamos a Dios? Alguien volvería a señalar el apetitoso fruto prohibido que no debemos probar apremiándonos a que lo hagamos.

            Como los mendigos de la obra de Becket, el ser humano siempre está sentado a la orilla de la carretera esperando a ese huésped que se hace esperar. Es la visita que ansiamos que venga con la maleta cargada de regalos a rescatarnos de nuestra existencia de pobreza de bienes material y de indigencia espiritual. Muchos sueñan con verle llegar como el libertador que se enfunda los múltiples disfraces del dinero, la sensualidad, el juego, el poder, la fama, y que nos dejan con cargamentos de gloria artificial y efímera que, una vez se apaga el resplandor de sus lentejuelas de bisutería, nos devuelven de nuevo a la orilla del camino a seguir esperando a ese Godot que nunca trae lo que nosotros esperamos.

La Cruz y el Microscopio (11)

4 comentarios:

  1. Fantástica entrada. Yo sigo esperando.., la esperanza es una virtud, la esperanza más que una posibilidad, es una promesa, es una certeza. ABRAZOS.

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  2. A mi me aterra esa libertad que se que poseo, porque temo no hacer lo que debo. Y aún así valoro por ello más esa libertad, porque siento que he sido creada realmente a su semejanza. La mayoría de los sin sabores de la vida los comprendo como pasos equivocados, o como interpretaciones equivocadas de quien es Dios para mi siempre en primera persona. Lo malo es que hay veces que lo que obro en mi libertad se que puede perjudicar al otro. Así que espero ser enseñada a obrar con justicia conforme a los dones que se me han dado. Porque sinceramente es complicado, al menos a mi me resulta muy complicado cuando ya se la respuesta de antemano.
    Un abrazo.

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  3. Anoche tenia "la loca de la casa" alborotada debido a un documental que vi,me partio el corazon.
    Mil gracias Hermano Saulo por su post,me ayudo bastante a calmar el dolor con el que quede...enjugo mis lagrimas.
    Definitivamente El Senor me da respuesta por medio de mis hermanos.
    Mil gracias,mil bendiciones.

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  4. Un título que me interpela fuertemente

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