Un hombre rico y
famoso ha muerto. Hallaron su cuerpo sin vida bajo un puente en Los Ángeles.
Tony Scott poseía todo lo que, a los ojos del mundo, puede tener una persona de
éxito: dinero, propiedades, fama. Producía películas, se codeaba con lo mejor
de Hollywood, asistía a fiestas y el público y la prensa le aclamaban
jubilosamente. En una de sus fotos, aparece él calado con una gorra de béisbol
y fumando un puro del tamaño de una flauta. Días de vino y rosas.
Nada de eso le sirvió para
enfrentarse a un cáncer inoperable; Scott decidió tomar el atajo y prefirió
morir rápido bajo las piedras de un embarcadero, que dejarse consumir en una
cama, lenta y heroicamente, por los estragos de la enfermedad. Dios nos da la
libertad para elegir entre la agonía de Cristo y el arrebato violento de Judas.
Memento mori es una sentencia latina que viene a significar algo así
como “Recuerda que morirás”. Es una
señal que, una y otra vez, a lo largo de nuestro caminar por la tierra, nos
sale al paso para que tengamos presente la fragilidad de la existencia y la caducidad
de la condición humana. En la historia del arte, esta expresión representa a
los difuntos, el “Vanidad de vanidad,
todo es vanidad” del Eclesiastés.
Con los libros religiosos
ilustrados, durante los siglos XVI y XVII apareció en Europa la pintura de
bodegones, para recordarnos que el cuerpo se descompone y sólo el alma
persiste. En la “pintura de vanitas” es
recurrente la aparición de un cráneo y de otros símbolos que nos recuerda que
todo es transitorio, evocan la
fragilidad y la expiración del paso del ser humano por la vida: flores marchitas,
frutas podridas, relojes de arena, humo. Junto a estos signos de fragilidad y
la presencia de la muerte que está al acecho, aparecen también instrumentos
musicales, libros, pipas de fumador, como referentes del universo efímero al
que se agarra el ser humano en su paso por el mundo, y que seguirán estando ahí
aun después de que el individuo se haya marchado.
-“Respice pos te! Hominen te ese memento” (¡Mira
tras de ti! Acuérdate de que no eres Dios):
Esta ceremonia religiosa se
llamaba El Triunfo. La apoteosis se
alcanzaba con la cabalgata por la ciudad eterna donde el general victorioso era
aclamado por los ciudadanos bajo una granizada de guirnaldas y adornos. Junto a los senadores y
los magistrados, desfilaba el botín capturado al enemigo transportado por los
legionarios que levantaban pendones y
estandartes de hasta cuatro metros de altura con pinturas que recreaban los detalles de la
victoria. Los prisioneros de mayor grado eran también llevados a hombros sobre
plataformas. En medio de la procesión, un carro de oro, tirado por cuatro
caballos blancos y timoneado por el esclavo que le gritaba al general:
-“Acuérdate de que no eres Dios”.
Julio César celebró cuatro de
estos triunfos, pero ello no impidió que fuera traicionado y asesinado. Tony
Scott también paseó su nombre por las avenidas del éxito, y en esos días de
gloria y felicitaciones, todo parecerían ofrendas, oropeles y conquistas.
Estos días hemos visto a los
medallistas olímpicos luciendo sus galardones colgados del cuello, y parecen
que han conquistado el mundo como los emperadores de la antigua Roma. Todos se
rinden a sus pies, y el aplauso, el dinero y la fama son como esa lluvia de
guirnaldas que cae copiosamente por donde quiera que pisan. Pasados unos años,
la gloria deportiva no resiste el óxido del tiempo y esos atletas que ahora
nos han arrebatado el corazón, sólo serán un par de líneas escritas en una
página de la historia, y las medallas de oro y de plata, al final sólo
significarán lo único que realmente son: unos aros de metal precioso olvidados
en alguna vitrina del pasado.
Ocurrio a unos 45 min de mi casa.
ResponderEliminarLa oscuridad por la que pasa una persona antes de suicidarse debe de ser tremenda,el sentirse presos de la mentira, debe de ser mas doloroso que cualquier enfermedad del alma,del espiritu,o del cuerpo...sentirse sin Dios,de que los abandono!.
Siempre oro por las personas que se suicidan o las que quieren hacerlo,me duele mucho por el momento que deben de pasar antes de morir.
Mil bendiciones,un abrazo fuerte.
El tema del suicidio es complicado. Muy dificil comprender que lleva a una persona a ello. Incluso por experiencia se que la linea es muy delgada aún cuando uno siente el amor de Dios. La vida desde que nacemos es una batalla a conquistar, a veces contra uno mismo. No todos alcanzamos en el momento necesario la luz que nos deje un resquicio de energia y coraje para seguir viviendo. Morir es fácil, lo dificil es seguir viviendo cuando una persona se rompe por dentro.
ResponderEliminarUn abrazo.